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Clasificación tecnológica de la industria lítica. Productos de lascado. I Bases teóricas

Antecedentes

La consolidación de los estudios tecnológicos en el continente europeo se sitúa, grosso modo, en las décadas 80 y 90 del siglo pasado, de la mano entre otros de J. Tixier, M-L. Inizan, H. Roche, J-M. Geneste, E. Boëda o J. Pelegrin (e.g. Tixier et al. 1980; Geneste, 1985[1], 1991; Pelegrin et al. 1988; Boëda, 1994; Boëda et al. 1990; Karlin, 1991; Inizan et al. 1992, 1995, 1999; Pelegrin, 1995).

Este nuevo enfoque, cuyas bases teóricas se asientan en los trabajos pioneros de M. Mauss (1947), A. Leroi-Gourhan (1971, 1988) o G. Simondon (1989) entre otros, surge como una reacción a la tradición metodológica dominante en la época, a saber, la tipología histórico/cultural, ocupada durante décadas en la clasificación morfológica y ordenación crono-estratigráfica de los útiles líticos -e.g. la tipología de F. Bordes para el Paleolítico inferior y medio o la de D. de Sonneville-Bordes y J. Perrot para el Paleolítico superior- y como una alternativa a los estudios tecnológicos realizados por la Nueva Arqueología (Karlin, 1991; Bleed, 2001; Martinon-Torres, 2002; Shott, 2003; Estévez y Vila, 2006; Arrizabalaga y Maillo, 2008; Bar-Yosef y van Peer, 2009; Monnier, 2009; Soressi y Geneste, 2011; Tostevin, 2011).

En palabras de Tixier et al. (1980: 8), "la technologie n’est pas la typologie. Elle tient compte de la totalité du matériel lithique sans isoler préférentiellement ce que nous choisissons arbitrairement comme «outils». Elle replace chaque objet dans la chaîne des actions techniques qui va (après la conception, les préméditations) de la matière première brute à l’abandon, à la mort de l’outillage".

Así, según estos autores, la tecnología se diferencia de la tipología en primer lugar por la ampliación de su campo de trabajo al incorporar en sus estudios los objetos líticos manipulados, tallados y transformados por los grupos humanos prehistóricos como los restos de talla, los núcleos, los útiles, los percutores o los manuports (Geneste, 1991); y, en segundo lugar, por la organización cronológica/secuencial y teleológica/causal -"la finalité de la taille est l’outil au sens large" (Tixier et al. 1980: 37)-, del material lítico en lo que se ha venido denominando la cadena operativa -chaîne opératoire-.

Cadena operativa

Este término fue acuñado por A. Leroi-Gourham en su obra El Gesto y la Palabra (Leroi-Gourhan, 1971; Karlin, 1991; Soressi y Geneste, 2011); sin embargo, este autor nunca definió el concepto de cadena operativa de forma explícita, limitándose a mostrar su utilidad como herramienta analítica, "la técnica es al mismo tiempo gesto y herramienta, organizada en cadena [operativa] a través de una auténtica sintaxis, que da, a la vez, a la secuencia operativa, su estabilidad y su flexibilidad" (Leroi-Gourhan, 1971: 116); una dinámica seguida por la mayoría de sus seguidores (Brézillon, 1971; Soressi y Geneste, 2011).

Así pues, todas las definiciones propuestas hasta la fecha tienen un sentido marcadamente metodológico-operativo, por ejemplo: "Les technologues reconstituent l’histoire de ces outillages: acquisition des matériaux, transport, préparation des blocs destinés à être taillés, puis débitage proprement dit ou plus précisément production des supports (éclats, lames, pointes)… ces phases peuvent être interrompues de remises en formes pour raisons techniques. Cette histoire, qui associe toute une série de gestes techniques opérés dans un ordre précis, devant s’affranchir de contraintes environnementales (chaque région n’est pas dépositaire du même stock de matières premières) et physiques (chaque matériau possède ses lois de résistance, de fracturation…), s’appelle la chaîne opératoire" (Jaubert, 1999: 98-99).

En este contexto, la talla lítica se concibe como un proceso técnico de tipo reductivo -del bloque bruto de materia prima al útil- mediado por factores culturales y naturales de muy diversa índole (Soressi y Geneste, 2011): objetivos e intenciones del artesano -finis operantis-, necesidades funcionales -inmediatas o futuras-, conocimientos técnicos -tradiciones culturales-, habilidad del artesano, disponibilidad y calidad de la materia prima -e.g. localización, accesibilidad y cantidad de materia prima, restricciones técnicas impuestas por la misma, Geneste, 1991; Tixier et al. 1980-. En definitiva, un proceso susceptible de ser dividido en fases operativas, a partir de las relaciones que el prehistoriador establece entre unos artefactos líticos y otros, presentes y/o ausentes en un yacimiento arqueológico -lascas, láminas, núcleos, útiles, percutores…-, "le concept de processus technique nous oblige à un travail plus complexe: c’est une grille de lecture des données archéologiques qui organise non seulement les éléments connus les uns par rapport aux autres, mais aussi les éléments connus par rapport aux éléments inconnus" (Pelegrin et al. 1988: 59).

Cadena operativa

Un artefacto lítico puede ser ubicado en una fase concreta de la cadena operativa (Pelegrin et al. 1988: 57; Geneste, 1991: 9; Karlin, 1991) a partir de la identificación de determinados atributos tecnológicos -e.g. corticalidad, desbordamiento, retoque...-. Por ejemplo, una lasca de decalotado -superficie cortical = 100%- sin retocar/utilizar se situaría al comienzo de la cadena operativa, tras la adquisición de la materia prima y la apertura del núcleo, mientras que esa misma lasca retocada y/o utilizada, transformada por ejemplo en una raedera transversal, se ubicaría en una fase más avanzada de la secuencia: adquisición → talla → selección → transformación → uso → reavivado → uso → abandono.

En general, se reconocen dos grandes grupos de cadenas operativas: de configuración, hechura o desbastado y de lascado o debitado (Tixier et al. 1980; Inizan et al. 1992, 1995, 1999; Merino, 1994; Boëda et al. 1990; Baena, 1998; Castañeda, 1999). Las diferencias entre una y otra deben situarse en un plano teleológico-causal, es decir en la planificación y elaboración de proyectos normalizados orientados hacia unos fines concretos en cada caso. Las cadenas operativas de configuración se definen como "a sequence of knapping operations which imposes a particular form on a piece of raw material" (Inizan et al. 1992: 41), -sea un canto o un producto de lascado- mientras que las cadenas operativas de lascado se definen como "an activity which consists of the fracture of raw materials in order to obtain blanks for tools and weapons" (Inizan et al. 1992: 45).

El número de fases operativas varía de unas cadenas a otras (Pelegrin et al. 1988), por ejemplo, en las cadenas operativas de lascado se suelen reconocer las siguientes fases:

  1. Adquisición de materia prima.

  2. Preparación del núcleo -esta fase puede o no existir "en fonction du project qui sous-tend la mise en oeuvre" (Pelegrin et al. 1988: 60).

  3. Producción de soportes -lascas, láminas, laminillas-, y mantenimiento de los núcleos -reavivados del plano de percusión y de la superficie de lascado.

  4. Fabricación y mantenimiento de los útiles.

"Les grandes structures des chaînes opératoires de production [de lascado] correspondent aux phases économiques majeures que sont: la phase d’acquisition des matières premières, puis la phase de configuration (initialisation de la structure volumétrique d’un nucléus par exemple), un phase de production proprement dite (débitage des lames…) qui peut elle-même être subdivisée en phase de confection, d’utilisation, puis de maintenance" (Geneste, 1991: 11).

Construyendo una base teórica

Esta organización tiene un sentido cronológico genérico -la adquisición de la materia prima precede la fabricación de un útil- que no pretendemos discutir en este trabajo, lo que queremos destacar es que esta ordenación cronológica sólo tiene sentido como parte de una conducta teleológico/causal determinada; adquirir, preparar, producir, fabricar o mantener son actividades normadas inscritas en proyectos genéricos o específicos con unos objetivos/fines claros y distintos en cada caso -e.g. la fabricación de puntas líticas para cazar-, "la finalité de la taille est l’outil au sens large" (Tixier et al. 1980: 37), o, utilizando una fórmula escolástica, finis est primum in intentione, et ultimum in executione.

Así, para Tixier, Inizan y otros, "the transformation of a block of stone into one or more tools requires both a project, and the ability to carry it out. The different stages in the completion of the project can be outlined thus: perception of the task to carry out, followed by the choice of the “ideal” solution among all the known possibilities (the mental representation of the artefact). At this stage the conceptual scheme is worked out, and the means to achieve it. The knapper then follows a working scheme, applying all his skill (competence born of experience) to complete his project more or less successfully, limited only by his motor abilities" (Inizan et al. 1992: 25).

Este modelo nos parece coherente en sus líneas generales con las siguientes salvedades: toda conducta teleológico-causal, referida por lo tanto a planes y programas futuros, es efecto de la anamnesis -recuerdo-experiencia- (Bueno, 1996: 421, García Sierra, 2000: 151-152, 266-267), es decir todas las conductas operatorias orientadas hacia unos fines -los futuros "proyectados"- presuponen la presencia de formas o modelos pretéritos -i.e. ya realizados-. Son estas formas o contextos pretéritos -e.g. un bifaz, el despiezado de un ciervo, la fabricación de una lanza- los que dirigen la conducta operatoria -en nuestro caso el proceso de talla- del sujeto operatorio -e.g. un artesano paleolítico, un prehistoriador tallando, o un chimpancé del parque nacional de Taï-; por lo tanto, no es la forma final/futura del útil o del soporte predeterminado, que no existe, la que dirige el proceso de talla sino una forma o contexto pretérito -y por lo tanto existente- que actúa como un análogo del fin.

Por otra parte, en toda conducta teleológico/causal conviene distinguir entre el finis operantis y el finis operis. El primero -finis operantis, el fin del operante- se refiere al fin que se propone el sujeto que realiza la acción, la intención subjetiva del sujeto operatorio, mientras que el segundo -finis operis, el fin de la obra- se corresponde con el fin al cual tiende objetivamente la acción del sujeto, el fin que se alcanza -el fin objetivo, la piedra-. Esta distinción resulta significativa si se tiene en cuenta que el finis operantis no suele coincidir exactamente con el finis operis (García Sierra, 2000: 152), es decir entre el fin del operante y el fin de la obra -en nuestro caso, durante el proceso de talla- se producen toda una serie de transformaciones -e.g. pérdida de volumen/masa, evolución de la superficies del núcleo- y resultados inesperados -e.g. accidentes de talla, aparición de accidentes internos, fracturas- que modifican irremediablemente el resultado final que se alcanza.

Resumiendo, toda conducta teleológico/causal es un efecto de la anamnesis; es decir, de la aplicación de modelos pretéritos -con todas las transformaciones y resultados inesperados que surgen entre el finis operantis y el finis operis- a situaciones que nunca pueden ser idénticas a las pretéritas (García Sierra, 2000: 267).

Ahora bien, aunque entendemos el proceso de talla como conducta teleológico-causal en los términos señalados más arriba, la reconstrucción de este proceso -i.e. la caracterización y reconstrucción de la/s cadena/s operativa/s presente/s en un yacimiento arqueológico- sigue un camino inverso a su génesis, es decir, a partir de las piedras -o finis operis- intentamos reconstruir los proyectos, objetivos o fines de los artesanos paleolíticos -el finis operantis-. Naturalmente, este recorrido, de las piedras a los proyectos, implica, en primer lugar, la clasificación del material lítico en grupos y tipos tecnológicos; sólo de este modo se pueden comenzar a examinar las relaciones de unos tipos con otros, y a reconstruir la/s cadena/s operativa/s presente/s en un yacimiento arqueológico (Mora et al. 1991).

Pero clasificaciones puede haber tantas como criterios de clasificación -ilimitados en la práctica-; por ejemplo, Geneste confeccionó en los años 80 del siglo pasado (Geneste, 1985[2], 1988) una lista de 26 tipos para el método Levallois, compuesta por tipos operatorios-psicológicos -como Lasca Levallois, vid infra- y tipos morfológicos -como lasca cortical, vid infra-, organizados en fases operativas, es decir organizados como parte de una conducta teleológico-causal determinada: adquisición de materia prima -representada por los tipos 0 y 1-, decorticado de los núcleos -tipos 2 y 3-, producción de soportes predeterminados -tipos 4-10-… Otros, como Boëda (1994) o Bar-Yosef y van Peer (2009), rechazan de forma explícita la utilización de tipologías (Bar-Yosef y van Peer, 2009: 103), "We argue that an elaborate, complex typology of core reduction products and discrete chaînes opératoires is an approach that impedes informed behavioral interpretations by forcing a rigid framework of “technical” definitions on the prehistoric lithic technologies", aunque de forma implícita introducen tipologías o tipos operatorios-psicológicos muy difíciles de acotar, como soporte predeterminado, soporte predeterminante, soporte predeterminado-predeterminante (Monnier, 2009; Santamaría 2013).

La mayoría de las clasificaciones tecnológicas propuestas hasta la fecha (e.g. Geneste, 1985[3], 1988; Peresani, 1996, 1998; Bon, 2002; Durán y Soler, 2006; Slimak, 2004[4], Fuertes, 2004[5]; Santamaría et al. 2008, 2010) implican cierto grado de subjetivismo, siempre difícil de evaluar y contrastar, ya que, en general, el prehistoriador debe reconstruir y reproducir las operaciones e intenciones del artesano paleolítico.

Estas clasificaciones presentan una amplia variedad de tipos tecnológicos (e.g. Geneste, 1988: 26 tipos; Peresani, 1996: 20 tipos; Durán y Soler, 2006: 49 tipos; Santamaría et al. 2008: 49 tipos) que pueden ser agrupados, al menos, en dos grandes categorías: tipos morfológicos, por ejemplo, lasca cortical, lasca con dorso de lascado, lasca con dorso cortical, y tipos operatorios-psicológicos, por ejemplo, lasca Levallois, lasca de reavivado del plano de percusión, lasca de acondicionamiento de la convexidad lateral, lasca predeterminada, lasca predeterminante.

  1. Los tipos morfológicos se forman a partir de atributos tecno-morfológicos, por ejemplo lasca, lámina, córtex, dorso, arista, unipolar, bipolar, radial… En estos casos, el sujeto operatorio no influye en la definición/delimitación del tipo; en este sentido, decimos que el sujeto operatorio queda neutralizado “completamente” en la definición del tipo, por ejemplo una lasca cortical se define como una lasca con restos de córtex en la cara dorsal, independientemente de los objetivos o intenciones del artesano paleolítico.

  2. Los tipos operatorios-psicológicos se construyen, principalmente, a partir de criterios y/o conceptos operatorios o psicológicos del tipo: acondicionar, preparar, reavivar, predeterminado, predeterminante… En estos casos, el sujeto operatorio -i.e. el prehistoriador asumiendo el rol del artesano paleolítico- desempeña un papel crucial en la delimitación y definición del tipo; por ejemplo la definición clásica de lasca Levallois como "un éclat à forme prédéterminée par une préparation spéciale du nucléus avant le détachement de cet éclat" (Bordes, 1988: 31) sería una definición psicológica, ya que una lasca predeterminada suele ser concebida como una lasca deseada, preconcebida o buscada (e.g. Boëda et al. 1990; Boëda, 1994, Pelegrin 1995), y operatoria, ya que implica la reconstrucción total o parcial del proceso de talla realizado por el artesano paleolítico, en este caso la preparación especial del núcleo.

La identificación de estos tipos en un conjunto arqueológico depende, en gran medida, de la capacidad intuitiva del prehistoriador, que debe reconstruir y reproducir las operaciones y/o intenciones del artesano paleolítico. Cuando no se especifican los atributos morfológicos constitutivos y distintivos de estos tipos, las definiciones operatorias-psicológicas suelen generar confusión y malentendidos, debido a su carácter subjetivo. No está de más recordar, a modo de ejemplo, el test ciego realizado por Perpère, Boëda y Tuffreau en los años 80 del siglo XX (Perpère, 1986): la clasificación de 198 lascas procedentes de la playa de Ault -Somme, Francia- en tres grupos -soportes Levallois, soportes no Levallois y dudoso- produjo una discrepancia entre los autores de ca. 30%, muy superior, por tanto, al 16-18% estipulado por Bordes para considerar un conjunto lítico como levallois (Bordes, 2002: 138).

No obstante, en muchas ocasiones, la definición de estos tipos se da por sobreentendida en su denominación -e.g. lasca de reavivado del plano de percusión, lasca de preparación de la superficie de lascado-, por lo que, en general, no se especifican las características morfológicas que permitan identificar y/o separar esos artefactos líticos de otros. En ese sentido, los tipos operatorios-psicológicos están siempre subordinados al juicio o criterio del prehistoriador que debe asumir en todo momento el rol del artesano paleolítico. Además, estos tipos suelen incurrir en lo que Davidson y Noble denominaron "the finished artefact fallacy" (Davidson y Noble, 1993) "in studing stone artefacts in the archaeological record it is a fallacy to assume that we know which were (and which were not) the tools. It is also a fallacy to assume that the form in which a stone artefact is found is a product of an intention to produce that form" (Davidson, 2002: 181-182).

Por otra parte, siempre existe el problema de las convergencias, por ejemplo una lasca cortical -tipo morfológico- cuyo objetivo/fin sea el reavivado del plano de percusión -tipo operatorio-psicológico-, ¿cómo debería ser clasificada, como una lasca cortical o como una lasca de reavivado del plano de percusión?

Según esto, las definiciones basadas en criterios morfológicos aspiran a alcanzar un mayor grado de objetividad, ya que neutralizan al sujeto operatorio, que las definiciones operatorias-psicológicas, en las cuales el investigador debe reconstruir o reproducir las operaciones y/o intenciones del artesano paleolítico. En este sentido, considero que la clasificación tecnológica de la industria lítica, como primera aproximación a la realidad tecnológica de un yacimiento arqueológico, debe asentarse en criterios morfológicos, sin perjuicio de que en una fase posterior del análisis -i.e. una vez clasificado el material lítico en tipos morfológicos- se puedan re-interpretar esos tipos en términos operatorios-psicológicos (e.g. Tostevin, 2003). Esta reinterpretación de los tipos morfológicos en tipos operatorios-psicológicos es, a mi juicio, ineludible; sólo de este modo se puede abordar la reconstrucción del proceso de talla, o si se prefiere de las cadena/s operativa/s presente/s en un yacimiento arqueológico, como conducta teleológico-causal.

La clasificación tecnológica que se propone a continuación está basada en la morfología de los productos de lascado. Para ello, se han tenido en cuenta ciertos atributos tecno-morfológicos -i.e. atributos morfológicos con significado tecnológico- de uso común en la bibliografía, como lasca, dorso, estrías, ondas de choque, cara dorsal… (Merino, 1969, 1994; Brézillon, 1971; Tixier et al. 1980; Beyries y Boëda, 1983; Carbonell et al. 1984; Mora et al. 1991; Inizan et al. 1992, 1995, 1999; Boëda, 1994; Dibble, 1995; Pelegrin, 1995; Baena, 1998; Baena et al. 1998; Castañeda, 1999; Tostevin 2003; Slimak, 2004[6]; Baena y Cuartero, 2006; García Rojas, 2010).

Notas

[1] Geneste, J-M. (1985): Analyse lithique d'industries moustériennes du Périgord : une approche technologique du comportement des groupes humains au Paléolithique moyen, Bordeaux: Université de Bordeaux I, Tesis doctoral inédita.

[2] Ver nota 1.

[3] Ver nota 1.

[4] Slimak, L. (2004): Les dernières expressions du Moustérien entre Loire et Rhône. Universidad de Provence. Tesis doctoral inédita.

[5] Fuertes, M. A. (2004): Estudio tecnológico de las industrias líticas del Paleolítico superior y del Epipaleolítico de la cuenca del Duero. León: Universidad de León. Tesis doctoral inédita.

[6] Ver nota 4.

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