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Sobre el Auriñaciense de transición de la cueva de El Castillo

En la entrada de ayer presenté un modelo sobre la transición del Paleolítico medio al superior en la región cantábrica en el que el Auriñaciense era considerado como una industria alóctona, es decir que no derivaba del Paleolítico medio local. Este modelo se opone al planteado en otros yacimientos del Cantábrico como La cueva de El Castillo y su archiconocido "Auriñaciense de Transición".

Así que ha llegado la hora de "meterle mano" al Auriñaciense de transición de la cueva de El Castillo para comprobar su entidad y consistencia como modelo transicional y de paso para contrastar la validez de nuestro modelo.

Manos a la obra... ...la cueva de El Castillo se localiza en Puente Viesgo (Cantabria). Se trata, sin lugar a dudas, de uno de los yacimientos más importantes y polémicos de la región cantábrica, y por extensión de la Península ibérica.

En este yacimiento se ha planteado un modelo transicional in situ sobre el origen del Paleolítico superior (PS) en la región cantábrica. Se trata, según los criterios expuestos en esta otra entrada, de un modelo autóctono, es decir arraigado cultural y antropológicamente al Paleolítico medio (e.g. Bernaldo de Quirós et alii 2009a, 2009b), generalizado (antropológico, tecnológico, económico y simbólico, e.g. Cabrera et alii 2001, 2005) y gradual/escalonado (las categorías y atributos de referencia se incorporan gradualmente al registro arqueológico, desde el Musteriense al Auriñaciense arcaico e.g. Bernaldo de Quirós et alii 2009a).

Naturalmente, este modelo se opone al aquí planteado, que como ya sabéis está basado en la secuencia estratigráfica del Sector Occidental de La Viña, y en el que el Auriñaciense tiene un carácter alóctono, es decir que no deriva del Paleolítico medio local y repentino/abrupto (los atributos de referencia analizados en La Viña, tecno-tipológicos, como la laminaridad, el microlitismo, la fabricación de utensilios con una forma y/o función específicos, la diversificación y estandarización del utillaje…, aparecen desde las fases iniciales del Auriñaciense; en el caso de La Viña desde el Protoauriñaciense polimórfico).

La cueva de El Castillo ha sido objeto de dos intervenciones arqueológicas: las excavaciones dirigidas por H. Obermaier a comienzos del siglo XX (1910-1914) y, desde 1980, las excavaciones dirigidas por V. Cabrera y F. Bernaldo de Quirós. Esta última intervención se localiza en el exterior de la cueva bajo una zona de derrumbes (Figura 1).

Plano de la cueva de El Castillo

Figura 1. Plano general de la cueva de El Castillo con indicación de las zonas excavadas por campaña. El sondeo de 1911 coincide parcialmente con el área excavada la campaña 1912 (ver las figuras 11, 13 y 18 de Cabrera 1984). Elaborado a partir de Cabrera (1984: 83) y Cabrera et alii (1996: 181).

Las excavaciones de H. Obermaier (1910-1914)

Según Cabrera (1984) la secuencia estratigráfica descrita por Obermaier (18-20 m de potencia) se dividía en 26 unidades estratigráficas: 10 niveles estériles (niveles 3, 5, 9, 11, 13, 15, 17, 19, 21 y 23) y 16 niveles arqueológicos adscritos al Paleolítico medio antiguo (niveles 25 y 26), al Achelense superior (nivel 24), al Musteriense (niveles 20 y 22), al Auriñaciense (niveles 16 y 18), al Gravetiense (niveles 12 y 14), al Solutrense (nivel 10), al Magdaleniense (niveles 6, 7 y 8), al Aziliense (nivel 4), al Neo-eneolítico (nivel 2) y al Medievo (nivel 1, Cabrera 1984, ver también Cabrera et alii 2001, 2002).

Los niveles que nos interesan en estos momentos son el 18, o Auriñaciense δ (según la denominación propuesta por Obermaier en 1912), y el 16, o Auriñaciense γ. Estos niveles, excavados entre 1911 y 1914 (Figura 1), están separados por un nivel estéril (nivel 17).

Auriñaciense δ

Se trata de un nivel de ± 1 m. de potencia (según los cortes publicados en Cabrera 1984, Figuras 2 y 3) formado por un limo muy pardo y con “gruesos paquetes de color”… … [Este nivel] se adelgaza hacia el exterior, sin desaparecer (Cabrera 1984: 105); hacia el interior, según el diario de 1914, y hacia la pared izquierda, el nivel se convertía en un verdadero almohadillado de piedras (Cabrera 1984: 94). En la campaña de 1911 el nivel 18 fue clasificado como Musteriense α, al año siguiente, tras la aparición de numerosos raspadores carenados y azagayas de base hendida, se clasificó como Auriñaciense δ (Cabrera 1984). Según esta autora Obermaier habría distinguido dos horizontes (denominados hogares) dentro de este nivel (Cabrera 1984: 398):

Según las notas de Obermaier, especialmente las de 1913, se apreciaban dos “hogares”:

18 a –“Hogares superiores” de 0,06 a 0,08 m. de potencia, con raspadores carenados y puntas de base hendida.

18 b –“Hogares inferiores” de 0,15 a 0,20 m de potencia, muy negruzco, que podría subdividirse en dos “más musterienses”.

Estos hogares son fácilmente reconocibles en los cortes estratigráficos publicados en 1984 (Cabrera 1984: figuras 25 y 26; reproducidos aquí en la Figuras 2 y 3).

Hacia el exterior de la cueva aparecía una costra (denominada en ocasiones plancha estalagmítica) entre los hogares (Cabrera 1984: 105, ver Figura 2). Según el corte longitudinal esa costra, o plancha, estalagmítica tendría una potencia media de ~0,20 m.

El Castillo, corte estratigráfico longitudinal

Figura 2. El Castillo. Corte longitudinal de las excavaciones de H. Obermaier. En rojo se muestran los hogares “superiores” e “inferiores” del nivel 18 (o Auriñaciense δ). Modificado a partir de Cabrera 1984, Figura 26).

El castillo corte estratigráfico transversal

Figura 3. El Castillo. Corte transversal de las excavaciones de H. Obermaier. En rojo se muestran los hogares “superiores” e “inferiores” del nivel 18 (o Auriñaciense δ). Modificado a partir de Cabrera 1984, Figura 25).

Los materiales arqueológicos recuperados en este nivel (presentados en Cabrera 1984) muestran un predominio neto de los útiles del PS/auriñaciense sobre los del PM/musteriense (IR: 34,8; IB: 10,3, IRa: 20,9; IRar: 59,9; IUs: 30,7; GA: 29,8; GP: 2,1), destacando por su significación cronoestratigráfica las 10 azagayas de base hendida (11 tras la revisión de Giménez la Rosa 2006).

Conviene remarcar que según la crónica de las campañas arqueológicas las azagayas habrían aparecido entre 1912 y 1913 (Cabrera 1984), es decir en las zonas más alejadas del área excavada por V. Cabrera y Federico Bernaldo de Quirós (ver Figura 1).

Todo esto lleva a la autora a clasificar el nivel 18 como un Auriñaciense Típico Cantábrico (Cabrera 1984: 398), aunque reconoce que la abundancia de “piezas arcaicas” en la colección, así como la descripción de Obermaier de los “hogares” nos parecen indicativos de la presencia de ocupaciones distintas englobadas en el proceso de excavación. Asimismo la abundancia en 1914 de hallazgos de Rinoceronte de Merck nos sitúan probablemente en la excavación más intensa del nivel u hogar inferior que pudiera ser musteriense (Cabrera 1984: 399, resaltado en negrita por mí).

Esta conclusión resulta cuanto menos sorprendente, teniendo en cuenta las interpretaciones posteriores que este nivel (mejor niveles) ha suscitado.

Auriñaciense γ

Se trata, según Cabrera (1984: 397), de un nivel limo-arcilloso de potencia variable, entre 1,10 m y 0,55 m, que en algunas zonas de la cueva alcanzaba los 1,40 m. Cabrera divide esta unidad en cuatro niveles (Cabrera 1984: 397):

16 a- Denominada "Roedores I" en la superficie de la unidad y que contenía micro y avifauna abundante.

16 b- "Hogar" restringido al centro del vestíbulo.

16 c- Breve "hogar" en el fondo del vestíbulo.

16 d- Denominada "Roedores II", de las mismas características del 16a.

La composición tipológica de la industria lítica (83 ejemplares) es bastante parecida a la del nivel inferior (IR: 34,9; IB: 12,0; IRa: 19,3; IRar: 55,2; IUs: 21,7; GA: 20,5; GP: 2,4; Cabrera 1984: 226). Cabrera destaca, asimismo, la presencia de una azagaya de base hendida (según las notas de Breuil y Obermaier, hoy perdida) y cinco cuñas de hueso (Cabrera 1984: 235). Según la autora (Cabrera 1984: 397) estas características son suficientes para clasificar el nivel 16 como un Auriñaciense Típico Cantábrico.

Tras este estudio (Cabrera 1984) la secuencia estratigráfica de El Castillo quedaba así establecida (de muro a techo):

nivel 20 (o Musteriense α): Musteriense charentiense tipo Quina.

nivel 19: estéril.

nivel 18 (o Auriñaciense δ): Auriñaciense típico Cantábrico. Se anota la existencia de dos hogares (o niveles): el superior con raspadores carenados y azagayas de base hendida y el inferior más musteriense, hacia el exterior de la cueva estos hogares estaban separados por una costra o plancha estalagmítica de ~0,20 m de potencia. Según Cabrera (1984: 399) la abundancia de “piezas arcaicas” en la colección, así como la descripción de Obermaier de los “hogares” nos parecen indicativos de la presencia de ocupaciones distintas englobadas en el proceso de excavación.

nivel 17: estéril.

nivel 16 (o Auriñaciense γ): Auriñaciense típico Cantábrico.

Excavaciones modernas (1980-continúan)

Las excavaciones modernas (dirigidas por V. Cabrera y F. Bernaldo de Quirós), se localizan en el porche-entrada de la cueva (superficie estimada de ~40 m2; Figura 1, en gris claro). Las intervenciones arqueológicas se han centrado en los niveles 16 (definido en 2002 como un Auriñaciense arcaico, Cabrera et alii 2002), 17 (estéril), 18 (subdividido en dos subniveles, 18b y 18c, definido 2001 como Auriñaciense de transición, Cabrera et alii 2001, vid infra), 19 (estéril), 20 (subdividido en cinco subniveles 20a-20e) y 21 (estos últimos, 20 y 21, clasificados como musterienses, Cabrera et alii 1996a, 2001, 2006a).

Los niveles que nos interesan en estos momentos son el 18 (Auriñaciense de transición) y el 16 (Auriñaciense arcaico). Estos niveles (18-16) presentan las siguientes características estratigráficas/sedimentológicas (Cabrera et alii 1993: 85-91).

Nivel 18. Auriñaciense de transición. Dividido en tres subniveles 18b1, 18b2 y 18c, y posteriormente en dos, 18b y 18c, tiene una potencia variable por la deformación producida por grandes bloques, en las zonas menos alteradas presenta 20-30 cm… …el análisis de la sedimentación de este nivel es complejo ya que al medio natural se le suman los aportes y transformaciones antrópicas y los efectos de las deformaciones producidas por el desprendimiento de grandes bloques del techo. En todo caso los materiales procedentes del exterior, arcillas con cantos, han deslizado en masa de forma lenta, suave y plástica por solifluxión, en diferentes etapas marcadas por lóbulos internos irregulares señalados por los amontonamientos irregulares de cantos… …Estos aportes son menos importantes en la base y algo más intensos a techo. En la etapa de deposición del nivel intermedio predomina la sedimentación por aguas superficiales no canalizadas… …al final de la sedimentación de este nivel se produce el mayor derrumbe de bloques del techo observable en la cueva, con un fuerte retroceso del arco de la entrada y una importante modificación de la morfología del yacimiento, generándose un contrafuerte externo que condicionará tanto el área de ocupación desplazándola y restringiéndola hacia el interior, como la sedimentación que ira rellenando los huecos y depresiones creadas entre los bloques hasta que dicho relieve quede fosilizado por los depósitos posteriores (Cabrera et alii 1993: 87-88, resaltado mío).

Nivel 17. Estéril. Tiene una potencia media de 30-35 cm en la zona externa. Se distinguen tres subniveles: 17c (aportes coluviales procedentes del flanco exterior meridional, a los que se incorporan cantos debidos a procesos de gelivación de poca intensidad), 17b (aportes coluviales del exterior que incluyen cantos generados en la etapa anterior) y 17a (aportes de aguas laminares de escorrentía no canalizada, los detríticos gruesos se generaron en etapas de gelivación anterior, Cabrera et alii 1993: 88-89).

Nivel 16. Auriñaciense arcaico. Este nivel tiene una potencia media de 4 cm. Sólo está representado en el corte longitudinal, a modo de lentejones planos y alargados paralelos al techo del N-17... ...desaparece en la zona externa... ...se trata de un nivel de características sedimentológicas análogas a las del N-17a en el que los procesos de gelivación fueron ligeramente más intensos que en éste. Todo él afectado por procesos erosivos de lavado lateral sinsedimentarios y/o postsedimentarios a favor de la pendiente, lo que explicaría la mayor acumulación en la zona distal al fondo del vestíbulo detectada por Obermaier (Cabrera et alii 1993: 89-90, resaltado mío).

Se trata, en definitiva, de una secuencia estratigráfica compleja, como en casi todos los yacimientos paleolíticos en los que se realicen estudios sedimentarios.

Algunos aspectos que me gustaría destacar son:

En primer lugar la superficie total excavada. Entre las excavaciones de Obermaier y las modernas la superficie excavada supera los 200 metros cuadrados. Si se tiene en cuenta además que los niveles tienen una potencia media de 1 metro, caben esperar fuertes variaciones sedimentarias tanto en vertical como en horizontal.

En segundo lugar, los procesos kársticos identificados en las excavaciones modernas; solifluxiones, erosiones, gelivación, desprendimiento de bloques... Procesos que mayor o menor medida alteran (es decir, modifican) la composición sedimentaria de los niveles (y desde este punto de vista los restos arqueológicos deben ser considerados como parte de esa composición).

Con todo, hasta la fecha no se ha evaluado el impacto de estos procesos (las solifluxiones, la circulación de aguas no canalizadas, la deformación de los estratos producida por el desprendimiento de grandes bloques de la visera, las erosiones, el relleno de los huecos, el uso de algunas zonas como escombreras y, previsiblemente, el pisoteo) en la configuración tecno-tipológica de las industrias lítica y ósea, por lo que desconocemos la integridad estratigráfica, y por consiguiente cultural, de los niveles arqueológicos , ¿estamos ante una transición PM-PS cultural/antrópica como proponen los investigadores de El Castillo o se trata de una transición postdeposicional/anantrópica, producto de las contaminaciones interestratigráficas?.

Más adelante trataré de responder a esta pregunta pero ahora quiero abordar otro asunto interesante.

Las mil caras del Auriñaciense de Transición

En 1984 los niveles 16 y 18 de Obermaier (o Auriñaciense γ y δ respectivamente) fueron adscritos por V. Cabrera al Auriñaciense típico Cantábrico con azagayas de base hendida (Cabrera 1984, Tabla 1). En 1989 (Cabrera y Bischoff 1989) se publicaron las primeras dataciones numéricas (AMS 14C) del nivel 18 (excavaciones modernas dirigidas por V. Cabrera y F. Bernaldo de Quirós, dividido en tres subniveles 18b1, 18b2 y 18c, y posteriormente en dos 18b y 18c). Los resultados obtenidos permitieron fijar la edad del nivel 18 entre ~38.000 años y ~42.000 años BP (un resumen en Cabrera et alii 1996a, 2001, Rink et alii 1997) .

Tabla 1. Diferentes denominaciones del Auriñaciense de El Castillo. Referencia (Ref). 1. Cabrera 1984, 2. Cabrera et alii 1993, 3. Cabrera et alii 1996b, 4. Cabrera et alii 2001, 5. Cabrera et alii 2002. Los niveles Auriñaciense δ y γ se refieren a los materiales procedentes de las excavaciones de principios del siglo XX, los niveles 18b + 18c y 16 se refieren a los materiales recuperados en las excavaciones modernas.

A partir de ese momento el nivel 18 pasó a denominarse Auriñaciense arcaico (Cabrera et alii 1993, Tabla 1); y a la vez se insistía en la identificación estratigráfica y “cultural” de los niveles 18b y 18c de la zona exterior (excavaciones modernas datadas entre el ~38.000 BP y el ~42.000 BP) con el Auriñaciense δ de Obermaier. Esa identificación se asentaba en la caracterización tecno-tipológica de la industria lítica, en el hallazgo de algunas piezas de industria ósea y “arte” mueble y en la composición del registro faunístico (e.g. Cabrera et alii 1993: 93-95; Cabrera et alii 2001, 2004, 2005, Bernaldo de Quirós et alii 2008, 2009a, Lloret y Maíllo 2006. Morán y Tejero 2006, Tejero et alii 2005)

la identificación de nuestro nivel 18 con el Auriñaciense Delta de Obermaier no ofrece dudas tanto por la estructura de la industria lítica y ósea como por la composición de la fauna… …el carácter de la industria tiende a mostrar por un lado una relación con el Musteriense a nivel tecnológico pero también cuenta con un suficiente porcentaje de tipos característicos del Auriñaciense que permiten situarlo en una etapa de transición del Auriñaciense Arcaico (Cabrera et alii 1993: 95-96, ver también Cabrera et alii 1996a, 1996b, 2001).

En 1996 (Cabrera et alii 1996b) se precisó la adscripción del nivel 18 (18b + 18c y, según la cita del párrafo anterior, Auriñaciense δ) al Auriñaciense arcaico tipo Pendo (anterior al Chatelperroniense; esta facies se caracterizaba desde un punto de vista tipológico por la ausencia de laminillas Dufour y el predominio de las raederas y los raspadores, Bernaldo de Quirós 1982, Tabla 6.247), aún cuando esta fase había sido desacreditada, desde una perspectiva estratigráfica/sedimentológica, por Hoyos y Laville en 1982 (Hoyos y Laville 1982, Barandiarán et alii 1996, Sanguino y Morcillo 2001).

En 2001 el nivel 18 pasó a denominarse Auriñaciense de Transición (Cabrera et alii 2001: 529, Tabla 6.247). Según Cabrera et alii (2001: 530) el Auriñaciense de transición (con una edad absoluta de ± 40.000 años BP) representaba un estadio intermedio/transicional entre el Musteriense (en concreto el Charentiense tipo Quina) y el Auriñaciense clásico (¿el Auriñaciense típico o clásico del nivel 16, o γ, de Obermaier?),

l’importance de Castillo 18 et des autres gisements cantabriques comme Morin est due à leur position intermédiaire entre le Moustérien et l'Aurignacien classique, tant du point de vue chronologique, que du point de vue technique et typologique. Ainsi, tandis que le Périgordien Inférieur ou le Châtelperronien est issu du M.T.A., l'Aurignacien doit trouver dans le Moustérien Charentien de type Quina son prédécesseur, comme l'a proposé F. Bordes. Les données cantabriques couvrent ainsi le hiatus sédimentologique du Sud-ouest de la France. Les débuts du Paléolithique supérieur doivent donc se comprendre dans le cadre d'une analyse à plusieurs niveaux, où les différentes régions européennes offrent leurs propres voies d'évolution, prennent en compte les industries de type transitionnel, et où leur interrelation tend à se cristalliser dans des technocomplexes paneuropéens tel l'Aurignacien, sans qu’il soit nécessaire de chercher à l'extérieur ce qui est déjà là, ni d’invoquer des invasions pour comprendre la transformation in situ des technocomplexes du tout début du Paléolithique Supérieur (Cabrera et alii 2001: 530).

En 2002 el nivel 16 de las excavaciones modernas (con un repertorio instrumental paupérrimo: 50 útiles, pero datado en 34.300 años BP) fue clasificado como Auriñaciense arcaico (Cabrera et alii 2002, Tabla 1). Esta clasificación contrastaba netamente con la propuesta en 1984 para el Auriñaciense γ de Obermaier (clasificado como Auriñaciense antiguo/típico/clásico o I, Cabrera 1984).

En esta ocasión (Cabrera et alii 2002, ver también Maíllo y Bernaldo de Quirós 2010), y a diferencia del nivel 18, no se planteó ninguna correlación (cultural o estratigráfica) con el Auriñaciense γ de Obermaier, al menos de forma explícita (en Cabrera et alii 1993: 90 se insinúa, sutilmente y con alguna reserva, la correlación estratigráfica de ambos niveles, lo que aquí consideramos N-16 es exclusivamente la escasa representación externa del nivel arqueológico [refiriéndose al Auriñaciense γ de Obermaier]); sencillamente, éste fue ignorado y excluido de la bibliografía (a pesar de que el Auriñaciense γ de Obermaier tenía una industria lítica más rica: 83 útiles según Cabrera 1984).

A partir de ese momento, el modelo transicional propuesto en 2001 (Musteriense Charentiense → Auriñaciense de Transición → Auriñaciense clásico, vid supra) se modificó sutilmente (Musteriense Charentiense → Auriñaciense de Transición → Auriñaciense Arcaico, Cabrera et alii 2004, 2005, 2006a, 2006b, Bernaldo de Quirós et alii 2008, 2009a, 2009b, 2010, Maíllo y Bernaldo de Quirós 2010), el musteriense evolucionaría hacia el Auriñaciense de Transición que sería el nexo de unión entre éste [sic aquél] y el Auriñaciense arcaico representado en el nivel 16, el cual conserva importantes "pervivencias" musterienses (Cabrera et alii 2006: 362-363).

Esta modificación supuso, en la práctica, la aniquilación del Auriñaciense antiguo en El Castillo (i.e. el Auriñaciense clásico/típico o I, tal y como había sido definido en 1984 por V. Cabrera), aún cuando el nivel 18 (Auriñaciense de Transición anterior al arcaico) y, según las notas de Breuil y Obermaier (Cabrera 1984: 235) el 16 (Auriñaciense arcaico), ofrecían la mejor colección de azagayas de base hendida de la PI.

Incomprensiblemente este morfotipo (las azagayas de base hendida) es utilizado por los autores en 2004 (Cabrera et alii 2004) como un fósil director del Auriñaciense antiguo y arcaico (pero no del Auriñaciense de Transición), la industria ósea del Auriñaciense antiguo está caracterizada y definida por la azagaya de base hendida... ...sin embargo, hemos podido comprobar en los últimos años, como puede aparecer en otros contextos. Nos estamos refiriendo a su aparición dentro de colecciones que corresponden al Auriñaciense arcaico (y citan los ejemplos de la l'Arbreda y el nivel XIII de La Viña, aunque no se hace mención alguna al Auriñaciense de Transición o al Auriñaciense δ de El Castillo, Cabrera et alii 2004: 181-182), paradójicamente en ese mismo artículo (tan sólo unas páginas antes, Cabrera et alii 2004: 178) se vuelve a identificar el Auriñaciense de Transición con el Auriñaciense δ de Obermaier (esta vez, sorprendentemente, en función de la industria ósea), la industria ósea es muy escasa, pero significativa. En el nivel 18c disponemos de dos fragmentos distales de azagayas sobre asta de ciervo, de un anzuelo sobre fragmento óseo... ...de un punzón sobre esquirla ósea además de algunas piezas con incisiones y grabados, tanto en el nivel 18b como en el 18c. Esta industria ósea pondría en relación estos niveles con la Unidad 18 estudiada por V. Cabrera y el lote de diez azagayas aparecidas en las excavaciones de Obermaier (Cabrera et alii 2004: 178).

De este modo, en una misma publicación las azagayas de base hendida son interpretadas a la vez como un morfotipo distintivo del Auriñaciense antiguo y/o arcaico y como un argumento a favor de la identificación cultural y estratigráfica del nivel 18 (excavaciones modernas, Auriñaciense de Transición) con el Auriñaciense δ de Obermaier (¿Auriñaciense antiguo o típico?).

Resumiendo, el modelo transicional in situ (autóctono, generalizado y gradual/escalonado) propuesto en El Castillo se asienta, por un lado, en la identificación cultural y estratigráfica del Auriñaciense δ de Obermaier con el nivel 18 (Auriñaciense de Transición) de las excavaciones modernas (e.g. Cabrera et alii 1993, 2001, 2004, 2005) y, por otro, en las dataciones absolutas/numéricas (AMS y ESR) obtenidas en el sector exterior (que, grosso modo, sitúan el nivel 18 entre ca. 38.000 años BP y 42.000 años BP y el nivel 16 en ca. 34.000 años BP, Cabrera y Bischoff 1987, Rink et alii 1997, Cabrera et alii 2002).

Personalmente considero que este modelo presenta los siguientes problemas:

a) Los niveles arqueológicos implicados en el debate (20, 18 y 16) están separados por dos niveles estériles, 19 y 17, que contradicen el carácter "in situ" del modelo (Fortea 1995: 29).

b) En líneas generales, se asume la integridad estratigráfica y cultural de los niveles arqueológicos, aunque, hasta la fecha, no ha sido demostrada de forma convincente. En relación con el Auriñaciense de Transición, conviene recordar la distinción de los hogares anotada por Obermaier, uno superior con raspadores carenados y azagayas de base hendida y otro inferior divisible en dos más musterienses (Cabrera 1984) y los procesos kársticos identificados en las excavaciones modernas (i.e. las solifluxiones, la circulación de aguas no canalizadas, la deformación de los estratos producida por el desprendimiento de grandes bloques de la visera, las erosiones, el uso de la zona como una escombrera y, previsiblemente, el pisoteo, Cabrera et alii 1993).

c) Los continuos cambios de denominación de las unidades 18 y 16 (Tabla 1) carecen de un examen crítico que justifique la sustitución de una denominación por otra, ¿Cuáles son las razones por las que se abandona una denominación y se adopta otra?

Este modelo ha sido criticado en numerosas ocasiones y desde diferentes perspectivas (e.g. Zilhão y d’Errico 1999, 2000, 2003a; Zilhão 2006a; Maroto et alii 2005). Estos autores consideran que los niveles 18b y 18c excavados por V. Cabrera y F. Bernaldo de Quirós constituyen, en realidad, un palimpsesto de ocupaciones musterienses, chatelperronienses y auriñacienses (Zilhão y d’Errico 1999, 2000, 2003) o sencillamente un nivel musteriense (Maroto et alii 2005). Así, según Maroto et alii (2005), el nivel 18 excavado por V. Cabrera y F. Bernaldo de Quirós debe ser diferenciado del nivel 18 excavado por Obermaier, que sí pensamos que contiene una industria lítica y ósea claramente asignable al Auriñaciense, Inicial o Antiguo. No creemos así que la correlación de ambos niveles sea posible (Maroto et alii 2005: 104). Sin lugar a dudas, la crítica más contundente y elaborada es la realizada por Zilhão y d’Errico (Zilhão y d’Errico 1999, 2000, 2003a) quienes, a partir de criterios tafonómicos, tecno-tipológicos e historiográficos, han planteado que el nivel 18 de Obermaier, con una potencia media de más de 1 metro, constituye en realidad un palimpsesto cultural con materiales musterienses, chatelperronienses y auriñacienses. Según estos autores la identificación del Auriñaciense de Transición en una zona del yacimiento deformada por el desprendimiento de grandes bloques explicaría la contaminación de los niveles (Zilhão y D’Errico 1999).

Revisión crítica del Auriñaciense de transición

A fin de contrastar las diferentes interpretaciones que el Auriñaciense de transición ha suscitado en estos últimos años, he considerado conveniente realizar un análisis estadístico de los niveles implicados en el debate (18b, 18c y Auriñaciense δ).

Por razones obvias, este análisis se limita a la industria lítica. Para ello, se han utilizado los recuentos tipológicos y litológicos publicados hasta la fecha (Cabrera 1984, Cabrera et alii 2001). En ambos casos, se acepta la clasificación tipológica propuesta por los autores (Cabrera 1984, Cabrera et alii 2001), a pesar de que en el segundo de los artículos citados no coincidimos con la clasificación de algunas piezas, por ejemplo:

- Las piezas 1-3 de la figura 4 (extraída de Cabrera et alii 2001) clasificadas por los autores como láminas retocadas y auriñacienses, son a nuestro juicio raederas sobre lasca cortical.

Figura 4. Láminas auriñacienses del nivel 18c según Cabrera et alii 2001.

- La pieza 4 de la figura 5 (Cabrera et alii 2001) clasificada por los autores como raspador, es para mí, una raedera sobre lasca cortical.

Figura 5. Raspadores del nivel 18b según Cabrera et alii 2001.

- Las piezas 2-6 de la figura 6 (Cabrera et alii 2001), clasificadas como perforadores, son a nuestro entender útiles de sustrato.

Figura 6. Perforadores del nivel 18b según Cabrera et alii 2001.

- Por último, las piezas 3-5 de la figura 7 (Cabrera et alii 2001), clasificadas de nuevo como láminas retocadas y auriñacienses, son, para mí, raederas sobre lasca indeterminada o cortical.

Figura 7. Láminas auriñaciense del nivel 18b según Cabrera et alii 2001.

Conviene recordar, una vez más que a pesar de estas discrepancias el análisis estadístico que sigue respeta la clasificación propuesta por los autores. El análisis se basa en el método propuesto en esta entrada.

En primer lugar, se ha realizado un análisis comparativo de los niveles 18b y 18c excavados por V. Cabrera y F. Bernaldo de Quirós, con el objetivo de determinar el grado de disimilitud (tipológica y litológica) que presentan estos niveles (Tabla 2). Como se observa en esta tabla, la composición tipológica y litológica de estas unidades es muy homogénea (IDg: 0,00). En todos los casos, los p-valores obtenidos son muy superiores a 0,05.

Tabla 2. Comparación tipológica y litológica de los útiles recuperados en los niveles 18b y 18c de El Castillo (excavaciones de V. Cabrera y F. Bernaldo de Quirós). Datos extraídos de Cabrera et alii 2001. Grupo tipológico. PM: tipos 74, 75 y 77 de la lista tipológica de Sonneville-Bordes y Perrot, PS: resto de tipos salvo los diversos. Tipología. Raspador: tipos 1-15, Perforador: tipos 23-26, Buril: tipos 27-44, Lámina auriñaciense: tipos 67-68, P. de sustrato: tipos 74, 75 y 77, Raspador auriñaciense: tipos 11-14.

Estas industrias se caracterizan desde un punto de vista tipológico y litológico por:

a) un equilibrio de los útiles del PM (a nuestro juicio infravalorados) y del PS (sobrevalorados). Las piezas de sustrato dominan en ambos niveles sobre el resto de los grupos tipológicos (52,8% en 18b y 53,7% en 18c), seguidas muy de lejos por los raspadores (24,1% en 18b y 28,6% en 18c).

b) un predominio neto de las cuarcitas sobre los sílex (~83% y ~17% respectivamente) en todos los grupos tipológicos: raspadores, raspadores auriñacienses, perforadores, buriles, láminas auriñacienses y piezas de sustrato.

Resumiendo, estas industrias pueden ser consideradas desde un punto de vista tipológico y litológico como un conjunto homogéneo (IDg: 0,00), aspecto éste que ha sido reconocido en numerosas ocasiones por V. Cabrera y F. Bernaldo de Quirós (Cabrera et alii 1993: 94; Cabrera et alii 2001: 513).

En segundo lugar, hemos comparado los niveles 18b + 18c (su homogeneidad tipológica y litológica permite agruparlos en un conjunto) con el Auriñaciense δ de Obermaier (Tabla 3).

Tabla 3. Comparación tipológica y litológica de los útiles recuperados en los niveles 18b + 18c (excavaciones modernas) y Auriñaciense δ (excavaciones de Obermaier) de la cueva El Castillo. Datos extraídos de Cabrera 1984 y Cabrera et alii 2001. Grupo tipológico. PM: tipos 74, 75 y 77 de la lista tipológica de Sonneville-Bordes y Perrot, PS: resto de tipos salvo los diversos. Tipología. Raspador: tipos 1-15, Perforador: tipos 23-26, Buril: tipos 27-44, Lámina auriñaciense: tipos 67-68, P. de sustrato: tipos 74, 75 y 77, Raspador auriñaciense: tipos 11-14. En negrita se muestran las categorías con unos Residuos corregidos de Haberman superiores a 2,54 o inferiores a -2,54 (es decir aquellos casos que tienen unos RC significativos a 0,01). En relación con los datos del Auriñaciense δ conviene hacer las siguientes aclaraciones: los apartados Grupo tipológico y Tipología están basados en los recuentos de V. Cabrera (colección del Museo Arqueológico Nacional) sumados a los que realizó Mc Collough (colección del Museo de Santander) y presentados en el cuadro 16 de Cabrera 1984 (p. 201). Los apartados Materia prima, Raspador, Raspador auriñaciense, Perforador, Buril, Lámina auriñaciense y P. de sustrato están basados en la clasificación de Cabrera (colección Museo Arqueológico Nacional) presentados en el mismo cuadro de la obra citada. En relación con esto, conviene aclarar que las columnas cuarcita y sílex están cambiadas en ese cuadro, como se deduce en el texto de la obra.

Como se observa en esta tabla, las diferencias tipológicas y litológicas entre estos conjuntos (18b + 18c por un lado y Auriñaciense δ por otro) son muy significativas desde un punto de vista estadístico (IDg: 0,89). Así, el Auriñaciense δ de Obermaier se caracteriza por:

a) un dominio neto de los útiles del PS (~70%) sobre los útiles del PM (~30%). Los raspadores constituyen el morfotipo mejor representado en la colección (~41%), seguidos de cerca, no obstante, por las piezas de sustrato (~36%). Los buriles están bien representados en la muestra (n = 90).

b) un equilibrio de los útiles de cuarcita (45%) y sílex (55%). Con todo, ese equilibrio sólo se observa en las piezas de sustrato. Así, los perforadores, buriles y láminas auriñacienses están confeccionados preferentemente en sílex, y los raspadores y raspadores auriñacienses en cuarcita.

En la figuras 8-9 mostramos algunos de los utensilios recuperados en la excavaciones de Obermaier y publicados por Cabrera en 1984.

Figura 8. Raspadores del Auriñaciense δ según Cabrera 1984.

Figura 8. Buriles del Auriñaciense δ según Cabrera 1984.

Estas diferencias resultan muy evidentes cuando se comparan los dibujos publicados en Cabrera 1984 (Auriñaciense δ de Obermaier) y Cabrera et alii 2001 (niveles 18b + 18c). Como se observa en estas figuras, esas diferencias (tipológicas y litológicas) pueden ampliarse a otras categorías tecnológicas, por ejemplo, los soportes sobre los que están confeccionados los útiles: lascas corticales en los niveles 18b y 18c y láminas cortantes o desbordantes en el Auriñaciense δ de Obermaier.

En resumen, estos conjuntos (18b + 18c por una parte y Auriñaciense δ por otra) son, desde un punto de vista tipológico, litológico y tecnológico (útiles sobre lasca vs útiles sobre lámina), muy diferentes (IDg: 0,89), por lo que deben ser interpretados como dos industrias distintas, una auriñaciense (Auriñaciense δ de Obermaier) y otra musteriense (niveles 18b + 18c, ~50% de útiles de sustrato, teniendo en cuenta además que los útiles del PS publicados en Cabrera et alii 2001 no son comparables, en general, a los de las excavaciones antiguas, y que algunos deberían ser clasificados como útiles de sustrato).

Las únicas similitudes que se pueden establecer entre ambas colecciones (líticas) se limitan a los raspadores auriñacienses y a las piezas de sustrato. Así, el Auriñaciense δ de Obermaier presenta un porcentaje considerable de piezas de sustrato (aproximadamente un tercio, como en La Viña XIII inferior) que, sin embargo, no consigue desdibujar la identidad PS/Auriñaciense del nivel; por su parte, los niveles 18b + 18c de V. Cabrera y F. Bernaldo de Quirós presentan algunos útiles del PS (raspadores sobre lasca, algún carenado, buriles/núcleos de laminillas) similares a los recuperados en las excavaciones de Obermaier, aunque sin alterar su identidad musteriense.

Estos resultados respaldan las críticas realizadas por Zilhão y d’Errico, entre otros, al Auriñaciense de Transición (Zilhão 2006a, Zilhão y d’Errico 1999, 2000, 2003a, Maroto et alii 2005).

En la figura 9, se presenta una reconstrucción hipotética de la formación de este "nivel", teniendo en cuenta las características estratigráficas y sedimentológicas de la secuencia (es decir, las deformaciones producidas por el desprendimiento de grandes bloques del techo), las anotaciones de Obermaier mencionadas en Cabrera 1984 (la distinción de dos “hogares”, uno superior con raspadores carenados y azagayas de base hendida y otro inferior divisible en dos más musterienses), las características tipológicas y litológicas de las colecciones líticas (una más auriñaciense y otra más musteriense) y la localización de las áreas excavadas por Obermaier (zona interior de la cueva, alejada de los derrumbes) y V. Cabrera – F. Bernaldo de Quirós (bajo la zona de derrumbes de la visera).

Figura 9. El Castillo. Reconstrucción hipotética de la formación del nivel 18. Modificado a partir de Bernaldo de Quirós et alii 2009a: 61. A. zona de las excavaciones H. Obermaier, B. zona de las excavaciones modernas. Las flechas rojas y amarillas indican los lugares más sensibles a las contaminaciones interestratigráficas.

En este sentido considero que tras las últimas ocupaciones musterienses de la cueva, (localizadas principalmente en la zona exterior y datadas en torno al 40/42.000 BP sin calibrar) se produce una ocupación auriñaciense de la misma (localizada principalmente en la zona interior, quizá condicionada por el desprendimiento de algunos bloques de la visera, y datada entre el 34.000 y el ~37.000 BP sin calibrar, siempre y cuando se acepte el marco temporal propuesto anteriormente para este complejo en la región cántabro-pirenaica y la datación absoluta/numérica del nivel 16).

La composición tipológica del Auriñaciense δ de Obermaier permite situar esa ocupación en la esfera del Auriñaciense antiguo (Figura 10), tal y como propuso V. Cabrera en un principio. Al final de esta ocupación se produce el mayor derrumbe de bloques del techo observable en la cueva, con un fuerte retroceso del arco de la entrada (Cabrera et alii 1993: 88), mezclando los materiales musterienses de la zona exterior con algunos auriñacienses (escasos en esta zona de la cueva); se trataría, en definitiva, de una situación análoga a la documentada en La Viña: unos niveles musterienses (con materiales auriñacienses) y un nivel auriñaciense (con materiales musterienses) dispuestos en continuidad lateral.

Figura 10. El Castillo. Composición tipológica de los niveles 16 de las excavaciones modernas y Auriñaciense gamma y delta de las excavaciones de Obermaier.

En relación con los útiles de sustrato identificados en el Auriñaciense δ de Obermaier suscribo las palabras de Cabrera en 1984, la abundancia de “piezas arcaicas” en la colección, así como la descripción de Obermaier de los “hogares” nos parecen indicativos de la presencia de ocupaciones distintas englobadas en el proceso de excavación (Cabrera 1984: 399).

Posteriormente, tras un breve episodio en el que la cueva estuvo deshabitada (nivel 17), se produjo una nueva ocupación auriñaciense de la misma. Según los cómputos presentados en Cabrera 1984 estaríamos ante una ocupación del Auriñaciense antiguo (o típico, Figura 10: Aur. γ), según los recuentos publicados en Cabrera et alii (2002) y Maíllo y Bernaldo de Quirós (2010) se trataría de una ocupación del Auriñaciense arcaico (según la figura 10, se trataría de un Protoauriñaciense rico en Dufour). De estas dos interpretaciones la primera parece más razonable, en primer lugar, porque el lote de utensilios recuperados en las excavaciones modernas (nivel 16) es paupérrimo (según la propuesta presentada en Barandiarán et alii 1996, 50 útiles), en segundo lugar, porque algunas piezas procedentes del nivel 16 (excavaciones modernas) han sido clasificadas a la vez como restos de talla y útiles (por ejemplo en la figura 5 de Maíllo y Bernaldo de Quirós 2010 la pieza número 13 es clasificada como una laminilla bruta y en la figura 6 de esa misma publicación como una laminilla Dufour, pieza nº 3); además, si finalmente se acepta la adscripción del Auriñaciense δ de Obermaier al Auriñaciense antiguo (o típico), la clasificación del Auriñaciense γ o 16 del Castillo como Auriñaciense arcaico carecería de paralelos estratigráficos en el suroeste de Europa, ya que, hasta la fecha, el Auriñaciense arcaico se localiza siempre a muro del Auriñaciense antiguo.

De acuerdo con esta interpretación, la secuencia auriñaciense de El Castillo (Auriñaciense δ y γ + 16) tendría cabida en el modelo propuesto previamente (Protoauriñaciense rico en Dufour → Protoauriñaciense polimórfico → Auriñaciense antiguo) como un Auriñaciense antiguo (o típico, Figura 11).

Figura 11. El Castillo en el contexto arqueológico de la región cántabro-pirenaica. Los niveles cuyo nombre aparece subrayado tienen azagayas de base hendida.

Según esto en El Castillo no habría una transición in situ del Paleolítico medio al superior sino una ruptura o cambio similar a la documentada en el abrigo de La Viña y en otros yacimientos de la región cantábrica.

Y esto es todo, con esta entrada pongo fin a la serie sobre el origen del auriñaciense en la región cantábrica.

Espero que os haya gustado.

Nos vemos pronto

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